Dania Virgen García
Hace unas semanas recibí la noticia de la
muerte del prisionero común Roberto Muchilí Negret, eso me causó un enorme
ahogo en mi garganta, nunca pensé que un hombre del que conocí por vía
telefónica desde hacía más de tres años fuera a tomar esta dedición.
El 23 de septiembre amaneció ahorcado.
Llevaba en la
cárcel de régimen especial de Agüica provincia de Matanzas aproximadamente un
año, los primeros meses lo mantuvo en total aislamiento en una celda de castigo
del área la polaca, por órdenes del general Marcos Antonio Hernández Árcala,
jefe de la Dirección de Cárceles y Prisiones 15 y K en La Habana.
En sus llamadas telefónica me contaba parte de
su vida, a los 17 años perdió a su madre, fue a prisión y nunca más salió,
llevaba más de 30 años recluido, recorrió todas las prisiones de régimen
especiales y provinciales. Sus estancias eran en celdas de castigo junto a los
cadenas perpetuas. Fue golpeado cientos de veces hasta sacarle los dientes y
lesionarle partes de su cuerpo.
En una ocasión me contó que el general ordenaba
a los carceleros a que le prohibieran los beneficios de las llamadas
telefónicas, los medicamentos, las cartas no llegan a su destino, y en muchas veces
le prohibían la TV.
¨El objetivo del general era llevarlo a la asfixia
y al desequilibro mental para que atentara contra mi vida¨.
¨ Lo
logró¨.
A pesar de lo antes mencionado, jamás insinuó en
atentar contra su vida, pero si mencionó que estaba consciente que nunca tendría
la oportunidad de estar en un campamento.
Días antes de su fallecimiento la policía
carcelera ordenó trasladarlo a otro destacamento, él pidió que lo dejaran en donde
estaba porque se sentía bien en el destacamento tres. Los carceleros no
concedieron su petición y lo trasladaron.
El 2 de septiembre lo trasladaron para el
cubículo uno, y en protesta se cortó en un brazo con una cuchilla de afeitar. El
día 23 de septiembre atentó contra su vida.
Los presos todavía sienten su muerte. A todos le
negaron el teléfono para que no denunciaran.
No me acostumbro a la muerte de un hombre que
ya había pagado a la sociedad todos sus errores, tenía 50 años de edad,
anhelaba rehacer su vida como muchos de sus amigos.
Una victoria para el régimen.
Miles y miles de sancionados son conllevados
lentamente al desequilibro mental.
Aquí muestro una lista de algunos de ellos: el Hindú
Dalvinder Singh Jagpal, el cubano-americano Carlos Alberto Pérez Ávila, Julio
Ortiz Argudín, Junior Torres González, Lázaro Pereira López, Nelson Laborí Noa,
Alexis Zabatela Ugarte, Eduardo Gamboa, Alexey Zaldivar Santiesteban, Maria del
Carmen Cala, Giovani Sánchez Sol, José Ángel González Cardé, Armando Echevarría
Carrasco, Yubalier Bello Cruz, Anselmo Cruz Cable, Ernesto Pérez Ferrarle,
Armando Núñez Crespo, Daniel Suarez Fernández, Rolando Suarez Laborde, Eduardo
Ochoa Arias, Leonardo Pérez Ferrero, Daniel Alfaro González, Yuleisis Martínez
Santo, Dunier Gómez Pérez, Armando Núñez Crespo, Eduardo Ochoa Arias, Leonardo
Pérez Herrera, Yileissi Martínez Sánchez, Cristian Hernández Arguelles, Ariel
Fonseca Torres, Yosvani Sánchez Sol, William González Concepción y otros y
otros miles más.
Incluyo aquí a los cientos de presos que atentan
contra su vida por no resistir la hostilidad del medio.
dania@cubadentro.com