Dania Virgen García
Carlos Manuel aseguró que
los altos dirigentes del municipio lo tenían como un trabajador eficiente, en
las reuniones de los puestos de mando municipal del Poder Popular, del
policlínico y en otras instituciones. Además de ser un defensor de las
injusticias cometida a otros trabajadores.
En el momento de su
expulsión, le fue arrebatada las llaves de la oficina y del almacén sin
realizarle acta de entrega y de salida.
El 19 de febrero de 2014 el
departamento de Recursos Humanos de la Dirección de Salud, le aplicó una medida
disciplinaria de la democión definitiva a un puesto de inferior de categoría y
de condiciones laborales distintas a la que ejercía, no pudiendo recibir
estímulos adicionales, a su salario oficial durante el término de un año,
aunque dicho cargo los tenga establecido, según los resultados del trabajo.
Asegurando que el trabajador presentaba ausencias indefinidas y la negligencia
en el cumplimiento de sus funciones y atribuciones hacia los subordinados.
Firmada por la directora del policlínico Hildis María Sánchez Guerra.
Carlos Manuel no estuvo de
acuerdo con la severa sanción, apelando y presentándola el día 3 de marzo,
exponiendo que las acusaciones eran inciertas. Un jefe de departamento tiene un
reglamento que entre sus funciones debe de estar el 70 por ciento de su tiempo
laboral en el terreno, para revisar el trabajo de sus subordinados. La propia
directora municipal de la Salud, Yadira Olivera Nodarse, insistía en el tema
todos los miércoles cuando se reunían
con los jefes de las campañas.
Manuel Hernández es el
esposo de una activista de la Comisión de Atención a Presos Políticos y sus
Familiares (CAPPF), Yordanka Weer Barquineriz. En el momento de los hechos no tenía
vínculo con la oposición pacífica, pero tenía en una de sus manos una manilla
que decía cambio desde hacía siete meses, la llevaba consigo en las reuniones
del poder popular y, del policlínico, sin molestarles a los directivos hasta
que ocurrieron los hechos:
El 13 de febrero a las 3 de
la tarde Carlos Manuel se dirigía hacia su trabajo luego de haberse ausentado
en el horario del almuerzo, como todos los cubanos se detuvo en una esquina
para presenciar un alboroto callejero, a los cinco minutos de estar allí, se
dirigieron hacia él dos agentes de la policía política para solicitarle el
carnet de identidad, uno de ellos se percató que él tenía puesto un pulso
blanco que decía cambio, y le preguntó si conocía el significado de ese nombre,
él les respondió que no, ellos le contestaron que no se hiciera el bobo que eso
significaba contrarrevolución.
En la patrulla con número
758, lo introdujeron, en el camino la
fuente le explicaba que él no tenía que ver con la oposición y que el pulso lo
tenía puesto desde hacía meses y nunca había tenido problemas con él. A los
policías del patrullero le ordenaron que lo dejaran en la entrada de Expo Cuba,
situado en Calabazar.
La apelación se declaró sin
lugar, ratificando la medida disciplinaria.
Carlos Manuel Hernández
Jiménez, llevaba más de 10 años ejerciendo este trabajo y como jefe más de 5 años.
Lo cierto de todo este disfraz montado durante ese tiempo a la Dirección de
Salud y al policlínico no le habían detectado errores ni deficiencia en el
manejo del trabajo que ejercía, siempre fue puesto como un trabajador eficiente
hasta que se personaron los agente de la policía política para que fuera
destruido en segundos.
Ahora pertenece a la
Comisión de Atención a Presos Políticos y sus familiares (CAPPF).
dania@cubadentro.com