Dania Virgen García
Esta reportera fue víctima de una detención arbitraria el día de los
Derechos Humanos, de severa golpiza y amenaza a muerte por uniformados
policiales.
A las 9 de la mañana, con pijama puesto me cogieron dos uniformadas por los
brazos clavándome las uñas plásticas. En un carro patrullero se me introdujo a
la fuerza, y conducida hasta la convertida escuela de formación militar. Quien
fuera hace unos 20 años la ciudad escolar vacacional, Tarará, situada en Habana
del Este.
A la llegada me ubicaron en un aula aislada con tres practicantes
uniformadas de la unidad de Instrucción de Villa Marista, me negué a firmar el
acta de detención. Allí, había más de 20 mujeres de las damas de blanco.
Solicité en dos ocasiones que me trasladaran para una unidad policial. Los
encargados de la policía política me decían que tenía que esperar de 30 a 40
minutos.
Así me estuvieron engañando hasta aproximadamente la una de la tarde, que
traen a Yaquelin Boni. A ella, la conducen hacia un cuarto para exigirle los
datos personales, escuché que estaban presionándola bajo amenaza de golpes. Salí
corriendo, y empuje la puerta del cuarto donde la tenían, les dije que no era
obligado firmar porque estábamos injustamente detenidas.
Entraron más de 10 mujeres para darnos golpes, nos agarramos las manos y
comenzamos a gritar ¨viva los derechos humanos, abajo la dictadura de los
castros¨, entre otras consignas antigubernamentales.
Nos montaron en un carro patrullero. Para transferirnos a la unidad de la
policía de Instrucción de Alamar. En la unidad, permanecimos dentro del carro
con los cristales para arriba más de 40 minutos. La unidad no nos quería allí.
El patrullero regresó a la ciudad escolar militarizada. Por segunda vez el
carro nos dejó una hora bajo el sol, con los cristales para arriba, hasta que
decidieron enviarnos para la unidad del Cotorro.
A la llegada a la unidad, por tercera vez nos dejaron dentro del carro bajo
el sol, unos 30 minutos, porque allí tampoco nos querían.
Se tomó la decisión de dejarnos. A la hora de introducirnos en el calabozo,
más de una decena de uniformadas nos arrastraron casi 10 metros de distancia.
Hasta las 6 y 20 de la tarde estuvimos detenidas. A la hora de liberarnos,
nos arrastraron desde el calabozo hasta los carros patrulleros. Esta vez,
uniformados de los dos sexos, observando la policía política.
Una uniformada me encajó las uñas plásticas por el cuello y me subió la
blusa, exhibiéndose delante de hombres y mujeres mis partes personales.
En el carro patrullero 031 con tres mujeres y un policía me penetraron con
la cabeza dentro de las piernas. Hasta un callejón oscuro del barrio de la
Corea de San Miguel del Padrón, fui llevada. A unas 25 cuadras de distancia de
mi casa.
A rastra me sacaron del carro y me lanzaron al piso, me dijeron: levántate
y golpéanos si eres mujer, les conteste, eso es lo que ustedes quieren, para
acusarme de atentado, desacato o resistencia. La pelirroja mencionó el nombre
de Brayan y que el 21 había dado órdenes a golpearme y dejarme abandonada.
Al ver los uniformados que no reaccioné, me volvieron a empujar hasta caer
por segunda vez en el piso. Me levantaron y el policía me aguantó las manos
para que me dieran golpes. La pelirroja me dio una bofetada que tuve que
agarrarme de los bolsillos del pantalón del policía, y volví a caer al piso.
Me gritaron mercenaria, contrarrevolucionaria, que por 25 cuc me cambiaba.
El policía les dijo, ya montémonos para irnos, las policías se montaron, y
le dijeron: “déjala tirada ahí que le
vamos a pasar el carro por encima y después justificamos que se nos tiró
delante del carro”. Sus intenciones no la pudieron realizar por qué pasaba
una señora con su niño. Se marcharon dejándome en aquel oscuro y peligroso
lugar.
Por último, los policías no sabían mi nombre.
dania@cubadentro.com