Dania
Virgen García
Vicente Ramón Bárcenas Carracedo, el mismo compañero,
que desde su cargo de Director de la Empresa Provincial Alimentaria de La
Habana, le anunciaba cada año a todas las madres de la capital, que recibirían
en su día, un cake, hoy está tras las rejas cumpliendo una larga y merecida
condena.
Es sorprendente la sangre fría con la que actuaba este
sujeto, quien posaba ante las cámaras y discutía en los plenos del gobierno
provincial, mientras por detrás malversaba y robaba de la manera más enfermiza
y oprobiosa.
Vicente Ramón Bárcenas, desde sus sucesivos cargos de
Director en Gastronomía de Playa, de Doña Yuya, de la EPEA y por último de la
Empresa Sylvain de Ciudad Habana, llamó la atención a las autoridades
superiores a partir de numerosas cartas anónimas recibidas. Después de ser
investigado a fondo, se le pudo comprobar
que cometía numerosos delitos, tales como, malversación, soborno,
cohecho, apropiación indebida y otros, los que le habían agenciado un inmenso
capital y una suma en efectivo de más de un millón de CUC y mas dos millones de
pesos en Moneda Nacional, malversado todo este dinero, en las empresas donde
estuvo como Director, pero en especial, en la
empresa Sylvain de Ciudad Habana.
A esto hay que agregarle todas las propiedades
adquiridas, tales como, casas, fincas, mini-fábricas, equipos electrodomésticos
y automóviles.
Para que se tenga una idea del ascenso vertiginoso de
este compañero militante, debemos recordar que Vicente Ramón Bárcenas en el año
1995 era un simple funcionario de servicios de la Empresa de Gastronomía de
Plaza. A principios del año 2001 fue nombrado Director Provincial de la célebre Empresa Doña Yuya, de Ciudad Habana.
Todos conocen que logró este ascenso vertiginoso,
sobornando y corrompiendo a dirigentes del sector y del gobierno, a
funcionarios de otras empresas y a trabajadores subordinados, además de
importar desde Las Tunas, su tierra de origen, a decenas de personajes, quienes
fueron sus cómplices incondicionales, y que eran tan corruptos e inmorales como
él mismo. A estos personajes los nombraba en los cargos claves en las empresas
que dirigía y así podía actuar con impunidad total.
Aprovechó todos estos cargos de manera engañosa y se
apropió de un almacén perteneciente a la Empresa de Gastronomía de Playa, en la
calle 27 y 74 Avenida, y lo convirtió en su lujosa vivienda, con recursos de la
empresa, por supuesto. Después se compró dos autos Lada y una finca en
Candelaria, Pinar del Rio, donde construyó cochiqueras y una mini-fábrica de
ahumados y carnes embutidas, productos que se auto-contrataba y se vendían a
los estudiantes extranjeros de medicina, de la ELAM en Santa Fe, lugar donde
había nombrado a su esposa como la Administradora de la Gastronomía en esa
institución.
En esta escuela de medicina hacían negocios lucrativos
con los alumnos y lavaba su dinero, cambiándoles la divisa a los alumnos por
debajo del precio de oficial de la Cadeca.
Se sabe que fueron miles de dólares los que lavaron en
este lugar. Tenía fachada de buen dirigente, era militante del Partido
Comunista de Cuba y era además colaborador público de las autoridades
policíacas. Es sabido que por sus denuncias y sus medidas administrativas,
ayudó a formar expedientes investigativos y judiciales, muchos de ellos falsos,
y que promovió el envío a la prisión a decenas de trabajadores y de
administradores de estas empresas de la cual fue su dirigente. Muchos de los
sancionados eran personas inocentes.
Ramón Bárcenas paso de ser un simple agente informante
de la Policía, reclutado por comprometimiento al ser cogido infraganti en un
negocio de menor cuantía en el año 1997 en Plaza, a un influyente Funcionario
Honorario del DTI (Policía Económica), posición que le daba cierta inmunidad
para cometer sus tropelías y quitar del medio a todos los que le estorbaban.
Hoy está tras las rejas. La Fiscalía lo procesó y el Tribunal Provincial lo
condenó a 20 años de privación de libertad.
Al corrupto Vicente Ramón Bárcenas Carracedo, los
mismos que ayer le premiaban por sus informes calumniosos y por su supuesta
colaboración anti-delictiva (el Capitán Hilarión, por ejemplo), hoy le
desprecian y lo sancionan por ser un
traidor, un simulador, un vil ladrón y un truhán de poca monta, al igual que
todos los que llegan hasta allá arriba, que comienzan a trabajar de chivatones
y después roban sin piedad.
Aunque culpen a “los
contrarrevolucionarios y asalariados del imperio” como ellos dicen, los primeros contrarrevolucionarios son
ellos, como lo dijo en este último pleno el dictador Raúl Castro, al igual que
dijo su hermano una vez.
Historias como estas las conocen todos los dirigentes,
ministros, el MININT, las FAR, los delegados de las circunscripciones, los
presidentes del Poder Popular, los militantes del PCC.
dania@cubadentro.com