Dania
Virgen García
Muchos ex-reclusos y ex-reclusas salen de la cárcel, después de estar meses y
hasta más de un año en prisión, sin petición fiscal y sin juicio: son puestos en libertad por un cambio de medida
hasta el día del juicio.
Con esta violación de la Ley de Procedimiento
Penal, quedan marcados sicológicamente
para toda su vida después de haber sufridos los tratos degradantes e
inhumanos en los centros penitenciarios.
Son incontables los que luego que les conceden el
cambio de medida y salen de la cárcel, al tiempo son sometidos a juicio. La sanción de privación de libertad,
a veces es el tiempo que permanecieron en prisión. El tribunal considera que
han extinguido la sanción antes de ser juzgados. Perfecto. Pero, qué pasaría si
en el juicio lo declaran inocente, algo que es frecuente por el mal trabajo que
realizan los instructores de la policía y la fiscalía. No son indemnizados,
tampoco el presidente de la sala del tribunal, ni los antes mencionados son
capaces de dar explicaciones por sus errores: simplemente los tratan como
antisociales.
Están también los que cumplen sanciones siendo
inocentes. Los inculpados reclaman durante años antes las instituciones del gobierno y estas para
encubrir el error de los funcionarios, los abandonan a su suerte.
Cuando los presos van en busca de empleo al Ministerio
del Trabajo y presentan su carta de libertad, lo primero que le dicen es que no
hay trabajo. Pero no se desaniman, y continúan en su búsqueda. Esta el que se
dirige al centro de trabajo y el jefe de personal o el administrador revisa su
currículo y le dice que no puede trabajar allí porque estuvo recluido.
Hay quien tiene la suerte de tropezarse con un amigo o
amiga que ocupa un cargo importante o que es dirigente, y lo ayudan.
Su amigo o amiga sabe por la situación que está
pasando su amigo(a) por haber estado preso, le resuelve un empleo en su trabajo
y comienza a hacer los trámites. Ahí está el otro problema, el jefe del gerente
o director de la empresa le dice autoritariamente a su subordinado que esta persona no puede
trabajar porque estuvo presa, es un antisocial y no es idóneo para ocupar el
cargo.
Y comienza la
otra historia. En muchos casos, los ex reclusos
tienen familia que mantener, que han pasado por grandes penurias, y no
saben cómo van a sobrevivir. No consiguen trabajo. Los antecedentes penales los
persiguen. Dondequiera que llegan chocan con el rechazo. Lo peor de todo es que
temen que la miseria económica los lleve a delinquir y vuelvan a la cárcel.
Las autoridades, y funcionarios de los tribunales y
órganos, no les permiten que se reintegren a la sociedad.
Numerosos ex-presos enfrentan esta situación. Los
agentes del orden público los detienen constantemente, los jefes de sectores
los citan por cualquier motivo. Y los fiscales los juzgan sin investigar, no les importan las consecuencias del futuro.
¿Acaso con la sanción de privación de libertad no
pagaron la deuda incurrida o la que le hicieron pagar por errores? ¿Tendrán que
arrastrar por siempre la culpa para toda su vida? Entonces, ¿de qué
rehabilitación hablan? ¿De qué humanismo y reinserción a la sociedad?
dania@cubadentro.com