Dania
Virgen García
El municipio de San Miguel del Padrón se ha convertido
en una leonera. Están a la orden del día las broncas con armas blancas y de
fuego, sin que falten las drogas y los psicofármacos utilizados en lugar de ellas.
Como dice una canción de un grupo reguetonero que suena desde hace varias semanas: “Dale timba pa’ que suene”…
Las bandas de distintos plantes abakuás poseen todo tipo de armas y están
ansiosos por usarlas. Y los delincuentes están prestos las 24 horas para delinquir.
A los agentes del orden público les importa un bledo
cuantos jóvenes mueran, y cuantos posean armas. Ellos esperan sentados en las
unidades de la policía que se produzca el hecho de sangre para ir a recoger los
muertos y los heridos.
La Tropical es una cafetería que antes fue una
discoteca que tuvo que ser cerrada porque estaba a punto de convertirse en un
matadero. Está situada frente a la llamada calle de los Artista, detrás un
barrio marginal, uno de los llamados llega y pon, y lo que quedó de un estadio
de pelota, ahora convertido en basurero.
En dicha cafetería colocan dos bafles a diario con
música a todo volumen. Por supuesto, no falta
la canción “Dale timba para que
suene”. Allí venden bebidas
alcohólicas de bajo costo y pésima calidad, y no faltan los que consumen estupefacientes.
El pasado 2 de noviembre, alrededor de la una de la
madrugada, hubo un tiroteo en La Tropical. Según un vecino, “aquello se convirtió en un oeste”. La policía se batió a tiros contra varios jóvenes.
Un agente de orden público resultó herido en la cabeza. Refieren los vecinos
que las armas blancas y de fuego se hallaban escondida entre las yerbas, en los
alrededores de la cafetería.
La mañana del sábado 3, el barrio La Cuevita se
hallaba abarrotado de policías y carros patrulleros.
Parece que mi municipio está ardiendo, pero no para
los bandidos. Lo único que le interesa a la policía es arrestar a los
opositores pacíficos que todos los domingos se dirigen pacíficamente a la
Iglesia de Santa Rita, donde les es prohibido a los hombres apoyar a las dignas
Damas de Blanco.
El día 3, en uno de los nuevos ómnibus de la ruta A-1 venían varios jóvenes de ambos
sexos, con edades entre 15 y 18 años.
Uno de ellos, con un celular, disfrutaba
la canción “Dale timba pa’ que
suene”. Además de escandalizar y proferir palabrotas, pintarrajeaban y rayaban las paredes de la guagua, por lo que varias personas les
llamaron la atención. Pero siguieron como si tal cosa…
En las escuelas secundarias básicas, los alumnos
llevan, en los bolsillos y en las mochilas, pastillas y armas. Las primeras
para arrebatarse, las segundas para defenderse. Muchos presumen de ello. A los
maestros no les preocupa lo que pueda pasar a los estudiantes. La mayoría solo
piensa en cobrar los exámenes.
Alina Lanz me contó que el pasado 29 de octubre en una
guagua de la ruta A-1 con chapa AXC41 se
produjo una riña a cuchilladas entre dos pasajeros jóvenes. Uno de ellos iba
con un niño de aproximadamente tres años. La bronca fue por subir primero a la
guagua. La madre se olvidó del niño
totalmente para intentar controlar a su
esposo. Varios jóvenes estudiantes de secundaria básica que iban en dicho ómnibus
gritaban para animar a los contendientes mientras la sangre corría. El chofer tuvo que parar el ómnibus.
Los pasajeros, despavoridos, peleaban entre ellos para bajarse el ómnibus.
Refiere Lanz que ese mismo día, alrededor de las 4 de
la tarde, en la primera parada del P-7, en el Parque de la Fraternidad, el
empleado encargado de organizar la cola hubo de expresar que no daba más
tickets porque “estaba cansado de que le
dieran golpes”.
Según Lanz, ya de regreso en San Miguel, en el ómnibus
de la ruta A1 con número HXC273, en la
Virgen del Camino, entre 9 y 30 y 10 de
la noche, dos homosexuales se
liaron a golpes y se quedaron desnudos
totalmente en dicha guagua.
dania@cubadentro.com