Aimée Cabrera
El Cabildo, un cabaret que contaba con un teatro al
aire libre, bar y restaurante con más de cien sillas, ubicado en Calle 4 entre
7ma y 9na en Miramar, municipio Playa dejó en la calle a unos 130 empleados, después
de aparecer publicado un reportaje de una agencia acreditada, bajo el título de
“En Cuba, un cantante de ópera construye
un imperio”.
Caracterizado por
la venta de comidas y bebidas, así como por un espectáculo musical nocturno,
producido por la compañía Ópera de la Calle, la cual fusiona ópera, zarzuela,
rock, pop y ritmos cubanos, lograba con su recaudación, pagar buenos salarios a
los músicos, cantantes, bailarines y camareros.
Los clientes
cubanos pagaban un boleto de dos dólares, mientras que a los extranjeros se les cobraba diez dólares de domingo a
jueves y 25 dólares por el programa cultural de los fines de semana.
Ulises Aquino,
prestigioso barítono al frente de Opera de la Calle tuvo el ingenio de, bajo el
permiso del Ministerio de Cultura, unir las licencias de tres restaurantes y
crear uno, en un local que estaba en condiciones precarias consiguiendo además,
un empleo no estatal, como “organizador
de eventos y otras actividades”.
La recaudación, a
decir de Aquino, posibilitaba ganancias mensuales de entre 1,800 y 2,000 CUP
(unos 80 dólares); sueldos muy por encima de los oficiales, pero fue
cuestionado por enriquecimiento y por cobrar la entrada de un espectáculo ya subvencionado.
Por tal motivo, el negocio quedó cancelado y las licencias retiradas.
Es tradicional que
los funcionarios del gobierno cubano
estén a la caza de quienes logran con su talento una prosperidad por encima de
la media. En el caso de Aquino, quien trató de brindar un espectáculo a la
altura de su compañía, y a la vez, estimular al colectivo de trabajadores, su
esfuerzo no fructificó.
Si los salarios
eran buenos, no eran la gran maravilla, para injuriar con la palabra
enriquecimiento; pero en un país donde se exacerba el secretismo, existe la
doble moral, y la mentira se impone a la transparencia, es de suponer que
lugares como El Cabildo sean
eliminados.
Experiencias como
estas hacen que el cubano inmerso en esta nueva actividad, prefiera ser amable
sin dar detalles a quienes desean hacer reportajes sobre el cuentapropismo,
para de esa forma, evitar la inmediata
represión estatal la misma que hace
recordar la frase del programa humorístico dominical, “¡El que me haga sombra, se va!”.
aimeecabcu2003ster@gmail.com